El primer día a tu llegada a Roma, callejea por las plazas y
calles con más encanto de la Ciudad Eterna.
Roma juega con los colores desde que la “Loba Capitolina” adoptara a Rómulo y Remo. Paredes desgastadas en gamas de colores ocres y anaranjados, blancos rotos en los mármoles de columnas y capiteles, el cambiante azul del agua reflejado en fuentes de Carrara o de mármol Travertino. Roma se vive con intensidad en sus emblemáticas plazas y en sus recoletas calles. Esta es la ruta callejera de Roma que no debes perderte, una actividad gratuita, pero con un coste elevado de ejercitar piernas.
Comenzamos en la
emblemática Piazza di Spagna, está presidida por la soberbia
Escalinata de la Trinità dei Monti de 137 escalones. Un buen
balcón para asomarse y ver como se extiende la ciudad de Roma y
darse cuenta de lo mucho que queda por ver. A los pies fondea la
Fontana della Barcaccia,
obra de Pietro y Gian Lorenzo Bernini, que recuerda a
un barco encallado en el Tíber.
Seguir hacia el sur. Si
te decantas por recorrer la principal arteria de Roma: Via del
Corso (entre Piazza del Popolo y la Piazza Venezia) podrás
admirar una buena cantidad de palacios e iglesias construidos entre
los siglos XVI y XVIII.
En la Piazza di
Trevi se encuentra la fuente más famosa de Roma, la que te
asegura volver a la Ciudad Eterna lanzando tan sólo una moneda. Para
que el milagro surta efecto, hay que ponerse de espaldas a la fuente,
lanzar una moneda con la mano derecha y pasarla por encima del hombro
izquierdo. Así es como la Fontana di Trevi, con sus dioses,
diosas, caballos y tritones que surgen de las rocas esculpidas -en
medio de cascadas de agua, flores y plantas de mármol- se convierte
en un billete de vuelta a Roma.
La Piazza Navona
es la más bella y grandiosa plaza de Roma de época barroca.
Construida sobre el lugar que ocupaba el Estadio de Domiciano del
siglo I d.C., ahora está rodeada de bellos palacios, cafés y
restaurantes con terrazas al aire libre, artistas callejeros y tres
maravillosas fuentes con historia: la Fontana dei Quattro Fiumi
en el centro, la Fuente del Moro y la Fuente de Neptuno
en los laterales. Es de visita obligada, incluso, cuando por la noche
queda hermosamente iluminada.
En el extremo sur de
Piazza Navona hay que localizar la Piazza di Pasquino, donde
se encuentra el torso mutilado de la “estatua parlante” griega
más famosa; se trata del Pasquino. El pueblo enmudecido por
la restricciones de la iglesia, cubría la estatua durante la noche,
con papeles o banderas escritas, de proclamas, versos satíricos,
quejas o arengas. Aquí llegaban todos esos gritos silenciados de la
población en una época donde dominaba, y mucho, la religión. Era
la manera de pegarles un repaso al Papa y a los gobernantes. Aún hoy
en día se sigue utilizando para descarga de los inconformistas.
Campo de' Fiori,
si hay un punto alejado de religiosidad en Roma, seguramente es éste.
En esta plaza no se encuentra ningún templo y por el contrario se
levanta cada día un concurrido mercado con numerosas paradas
de frutas, verduras, flores o artesanías. El centro de la plaza está
presidido por una sombría estatua encapuchada. Se trata de la figura
de Giordano Bruno, un filosofo que murió quemado en la
hoguera por hereje en 1600. ¡Mira que decir que el Sol era una
estrella!
Muy cerquita se halla
la Piazza Farnese, está presidida por dos enormes bañeras de
granito egipcio encontradas en las Termas de Caracalla y que sirven
de fuentes. En un lateral se encuentra el Palazzo Farnese, en su
decoración intervino Miguel Ángel Buonarroti. Las flores de
lis hacen referencia a la familia Farnese.
Muy cerca también, se encuentra
Via Giulia que esconde rincones con encanto y está
considerada una de las calles más hermosas de Roma.
Siguiendo hacia el este
por el Corso Vittorio Emmanuele, se llega a la altura de la
Piazza Venezia. Está considerada el centro neurálgico de
Roma, su caos circulatorio es debido a la confluencia de varias vías
principales. El cruce de calles se extienden hacia los cuatro puntos
cardinales con la Vía del Corso, el Corso Vittorio
Emmanuele, la Vía dei Fori Imperiali y la Via
Nazionale. Presidiendo el espacio se encuentra el Monumento a
Vittorio Emanuele II o Altare
della Patria; una gigantesca mole de mármol blanco de Brescia
que ha sido protagonista de burlas, motes y también elogios y
admiraciones. El monumento conocido también por los romanos como “Il
Vittoriale”, “Olivetti” o “la tarta nupcial” se edificó
para conmemorar la unificación de Italia.
Un poco más al sur se encuentra la Piazza del Campidoglio,
restaurada en la Edad Media para homenajear la visita del Emperador
Carlos V. De las manos y el ingenio de Miguel Ángel
Buonarroti salió el dibujo elíptico, con forma de estrella,
trazado en el suelo con líneas de mármol blanco. Y también la
Cordonata; la rampa de acceso a modo de escalinata, flanqueada
por dos grupos de Dioscuros (las estatuas de Cástor y Pólux).
Presidiendo el centro de la plaza se alza la única estatua ecuestre
imperial que se conserva de la Antigüedad: la estatua en bronce de
Marco Aurelio (la imagen forma parte de una de las caras de 50
céntimos de euro italianas).
Con esta ruta por las
plazas de Roma más importantes y el anterior post de la Roma clásica, podemos dar por acabado nuestro primer día en la
capital de Italia.
¿Quieres seguir descubriendo la Ciudad Eterna? Descubre las iglesias imprescindibles de Roma.
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Más información:
Pistas viajeras: al caer la noche el Campo de' Fiori se anima con
grupos de jóvenes y clientes de los numerosos pubs y restaurantes
económicos que se encuentran por la zona.
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