La Catedral de Vic, dedicada a San
Pedro, fue consagrada en el año 1038 por el obispo Oliba, un personaje singular nacido en el año 970, hijo de los condes
de Cerdaña y Besalú, y bisnieto de Wifredo
el Velloso (c. 840-897), conde de Barcelona, que consolidó la independencia
de los condados catalanes y fundó la dinastía que unificó Cataluña.
La fachada neoclásica de la catedral de Vic destaca por su sobria monumentalidad |
El edificio actual se levantó sobre un templo primitivo de época románica, del cual se conserva la torre campanario, de planta cuadrada, de estilo románico lombardo del siglo XI. Destaca por su decoración de arcos y bandas lombardas, separadas por frisos de esquinillas. La cripta, con tres naves separadas por columnas que sostienen bóvedas de crucería, conserva diecisiete capiteles decorados con motivos vegetales, datados hacia el año 975.
La nave principal destaca por su amplitud, elegancia clásica y decoración sobria monumental
La gran remodelación en estilo neoclásico, llevada a cabo por Josep Morató i Codina entre 1781 y 1803, es la que ha perdurado hasta la actualidad. El interior de la Catedral de Vic impresiona con sus tres naves de líneas sobrias y una estructura monumental que destila elegancia y solidez. Los esbeltos pilares de planta cuadrada destacan por una fina decoración de estrías que acentúan su verticalidad, elevándose hacia grandes capiteles corintios que coronan sus fustes.
Sert retrató a Jacobus y Lucas con fuerza expresiva, cuerpos tensos y dramatismo bíblico
Más allá de sus raíces románicas y de la imponente estructura neoclásica actual, la catedral destaca por albergar uno de los conjuntos de pinturas murales más impresionantes del siglo XX, obra del pintor catalán Josep María Sert (1874-1945). La intervención de Sert en la catedral de Vic constituye una obra monumental, profundamente emocional, que conecta la narrativa bíblica con el dramatismo y la fuerza de las formas humanas en una estética única.
Un encargo de magnitudes épicas
Josep María Sert está considerado el mejor pintor muralista de los años treinta |
En 1927, Josep María Sert recibió el encargo de decorar la catedral de Vic, lo que para él significaba un retorno a sus raíces artísticas y una oportunidad de expresar la máxima esencia de su estilo pictórico. Ya conocido por sus murales en el Rockefeller Center de Nueva York y el edificio de la Sociedad de Naciones en Ginebra, Sert fue elegido por su habilidad artística y su capacidad para crear grandes composiciones que parecían “salir de las paredes”.
Sert exploró temas bíblicos con figuras musculosas en poses dramáticas y expresivas |
Sert también diseñó quince paneles para uno de los comedores de gala del Hotel Waldorf Astoria, un icónico espacio que encarnó la elegancia del Art Déco. Su estilo, caracterizado por el uso de tonos marrones, dorados y negros, junto a figuras de gran dinamismo y tensión emocional, encajaba perfectamente con el espíritu que se deseaba imprimir en el templo.
La Catedral de Vic fue declarada Monumento Histórico Artístico el 3 de junio de 1931 |
Sin embargo, los primeros murales que Sert pintó para la catedral de Vic se perdieron trágicamente en 1936, durante los primeros días de la Guerra Civil Española, cuando un incendio provocado destruyó la decoración. Esta pérdida, paradójicamente, resultó en una segunda y mejorada intervención de Sert, quien decidió reinventar por completo la obra.
La segunda decoración de Sert: Un nuevo comienzo
Una Cruz de gran tamaño preside el Altar Mayor de la Catedral de Vic |
Esta vez, el pintor dejó de lado los elementos anteriores para crear una nueva serie de composiciones que, hoy en día, son consideradas la cúspide de su carrera. Lejos de intentar reproducir el primer ciclo de pinturas, Sert optó por una aproximación completamente distinta en temática, estilo y color.
Las pinturas de Sert de la Catedral de Vic están consideradas la culminación de su obra |
Aunque las primeras obras de la catedral ya incluían figuras poderosas y musculosas, la segunda decoración pone un énfasis aún mayor en el aspecto humano y en el dramatismo emocional. En total, las composiciones abarcan un total de veintidós lienzos que fueron finalizados en 1945, un mes antes del fallecimiento del pintor, convirtiéndose en el último gran proyecto del artista antes de su muerte.
El segundo ciclo de pinturas murales fue realizado por Sert entre 1940 y 1945 |
Los temas bíblicos son reinterpretados con un lenguaje visual propio de Sert. Los cuerpos desnudos y robustos, creados por Sert, en posturas tensas, simbolizan la lucha, el sacrificio y la redención. El pintor catalán consigue dotar de vida las escenas utilizando la técnica en grisalla, con tonos monocromáticos que refuerzan la tridimensionalidad de las figuras.
Esta obra, terminada el año 1945, es la más grande en cuanto a dimensiones y número de piezas |
Estas figuras, aunque están fijadas a los muros, parecen liberarse del plano bidimensional, proyectándose hacia el espectador como si fueran esculturas. La atmósfera que Sert logró en la catedral de Vic rompe con la estética tradicional de un espacio eclesiástico.
La técnica en grisalla logra un efecto tridimensional impactante |
En lugar de un ambiente de recogimiento y serenidad, sus murales imponen un ambiente de solemnidad y magnitud que impacta y sobrecoge. Los colosales cortinajes rojos, las densas nubes, los objetos descomunales y los cuerpos en movimientos intensos crean una “sinfonía visual” que recuerda a la pintura barroca, con referencias a Rubens y al manierismo.
Un espacio transformado: Dramatismo y experiencia espiritual
El conjunto pictórico es muy distinto a cualquier otro interior de catedral que podamos conocer |
La exageración en el tamaño y en la postura de las figuras ayuda a enfatizar la fuerza de los valores cristianos y el dramatismo de las escenas. Sin embargo, a diferencia del estilo barroco, Sert emplea una composición fragmentada que aumenta el dinamismo de cada escena, permitiendo al espectador sumergirse en cada una de ellas, como si fueran relatos independientes.
Sert emplea la técnica de grisalla para resaltar la tridimensionalidad de sus murales |
El efecto es inmediato y abrumador. Desde el momento en que se entra en la catedral de Vic, los murales de Sert envuelven al visitante en una sensación de movimiento continuo. Las figuras representadas parecen interactuar entre sí y con el espectador, desafiando la estabilidad de los muros y creando una ilusión de profundidad y tridimensionalidad que transforma el espacio religioso en un entorno teatral.
La decoración presenta temas del Evangelio, resaltados en dorados |
Cada sección invita a ser contemplada en detalle, desde los poderosos desnudos humanos hasta los elementos simbólicos como serpientes, escaleras que no llevan a ningún lugar y figuras mitológicas, que Sert utiliza para expresar temas como el conflicto y la elevación espiritual.
Técnica y simbología: La fuerza de lo humano y lo divino
La grisalla ayuda a dar al conjunto una atmósfera especial y monumental |
La temática es igualmente fascinante. Sert introduce elementos que simbolizan la dualidad humana y el destino: cuerpos que parecen árboles, escaleras que se pierden en el vacío. Sus figuras son musculosas y expresan una violencia contenida, como si estuvieran atrapadas en una lucha perpetua. Es una simbología que, en el contexto de una catedral, nos habla de la vida espiritual y del conflicto constante entre el bien y el mal, entre lo terrenal y lo divino.
La Catedral de Vic hoy: Un monumento vivo
Actualmente, la Catedral de Vic se ha convertido en un destino esencial para quienes desean comprender la obra de Sert en toda su magnitud. Este conjunto mural es el mayor logro de su carrera y una de las muestras de pintura mural más importantes del siglo XX. La experiencia de visitar la catedral es única, un viaje visual y emocional que permite redescubrir los temas bíblicos y espirituales desde la perspectiva de uno de los muralistas más destacados de su tiempo.
Las pinturas de Sert de la Catedral de Vic son una fusión de emoción y espiritualidad |
La ciudad de Vic ha sabido conservar el vínculo con Sert, convirtiéndose en un punto de referencia para los amantes de su obra. Además de la catedral, el Museo Episcopal de Vic y otros espacios expositivos de la ciudad ofrecen un recorrido por su trayectoria, permitiendo a los visitantes profundizar en la influencia y el impacto de este artista en el arte catalán y mundial. Josep María Sert transformó la Catedral de Vic en una obra de arte en sí misma.
Colección de esbeltos pilares cuadrados con estrías y capiteles corintios de la nave |
La obra de Sert convirtió el templo en un espacio donde lo humano y lo divino se fusionan en un espectáculo visual de profunda carga emocional. La fuerza de sus murales, su técnica innovadora y su capacidad para reinterpretar la narrativa bíblica hacen de la catedral de Vic un destino imprescindible para quienes buscan una experiencia artística y espiritual única. Cada rincón de este espacio invita a la reflexión y al asombro, y su grandeza asegura que, quien lo visite, difícilmente olvidará la experiencia.
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