Los griegos la llamaron Haghia Sophia haciendo referencia al
culto a la Sabiduría del mundo bizantino y los otomanos la bautizaron como Ayasofya; la de la Sabiduría Divina y en
la actualidad es el gran monumento que perdura de la antigua Constantinopla. Diversos
nombres para extasiarse con el que fue el centro religioso del Imperio Bizantino.
Santa Sofía fue transformada en mezquita
en el siglo XV y hasta el año 2020 fue un magnífico museo que ha pasado a convertirse
de nuevo en mezquita. ¿Un paso atrás para la cultura y un triunfo para la
religión? Aunque las consecuencias de ese cambio aún no puedan verse, lo cierto
es que las 4 veces que he visitado Estambul, Santa Sofía es una de mis visitas favoritas.
El edificio de Santa Sofía que
hoy podemos contemplar, es el tercer templo levantado en ese mismo lugar y el
más antiguo que se ha conservado. El primer templo fue construido entre el año
325 y 360, durante el reinado de Constantino
El Grande y posteriormente por su hijo Constancio
II, aunque fue pasto de las llamas en el 404. El segundo templo levantado
fue consagrado por el Emperador Teodosio
II en el 415, aunque también fue totalmente destruido en el año 532.
El tercer templo, que corresponde a la parte más antigua de Santa Sofía y que ha llegado hasta nuestros días, fue inaugurado como catedral ortodoxa griega, el 27 de diciembre del año 537. Fue edificado por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto durante el mandato del Emperador Justiniano que quiso construir el templo más grande de la cristiandad (y lo fue hasta 1506 cuando fue construida la Basílica de San Pedro en el Vaticano). Cuenta la leyenda que el día de su inauguración, el Emperador Justiniano exclamó al entrar: “Salomón, te he superado”. De esa época constructiva se conservan por ejemplo, las grandes puertas de bronce de la entrada.
La leyenda cuenta que se
contrataron 100 capataces, con el mismo número de obreros al mando de cada uno,
para levantar Santa Sofía en 5 años, 10 meses y 4 días. El templo acogería las
coronaciones imperiales bizantinas, así como algunas de las reliquias más
importantes de la cristiandad aportadas por Helena,
la madre de Constantino, entre las
que se encontraba una parte de la cruz donde fue crucificado Jesucristo, su manto y un fragmento de
la mesa de la Última Cena.
Un vestíbulo exterior o exonártex y un vestíbulo interior o nártex dan paso a la Puerta Imperial. Aquí se encuentran algunos de los mosaicos más bellos de Santa Sofía como el que representa al emperador bizantino León VI en el tímpano de la Puerta Imperial fechado en el siglo X. A la derecha de la entrada, en el Vestíbulo de los Guerreros, verás, si no lo han tapado por motivos religiosos, el mosaico del siglo IX con la imagen de Constantino I ofreciendo a la Virgen María sentada en un trono con el Niño, una maqueta de Constantinopla, mientras que a la derecha Justiniano le ofrece la maqueta de Santa Sofía.
Después de 11 siglos al servicio del catolicismo, el Sultán Mehmet convertirá a Santa Sofía en la primera mezquita imperial de Estambul en el año 1453. Es en ese momento en el que se le añadirán 2 primeros minaretes, al que le seguirán un tercero levantado en tiempos de Mehmet II y un cuarto bajo el reinado de Selim II. También se retirará en el siglo XV la cruz de metal de su cúpula para sustituirla por una medialuna que fue revestida en el siglo XVI con el oro de 50.000 monedas. En el ábside se colocó el mihrab que indica la dirección de La Meca y a la derecha el minbar, donde el imán sube para dar la jutba o sermón. La actual mezquita de Santa Sofía inicia ahora una nueva etapa, quizás triste y peligrosa, aunque esperamos que sume más años a la cultura de la humanidad, ya que Santa Sofía es el único templo en el mundo que ha servido 1.400 años a Dios y a Alá.
Con la llegada al poder de Mustafa Kemal Atatürk, Santa Sofía se convirtió
en museo en 1935, con la intención de preservarla para las generaciones
futuras. En 1985 Santa Sofía fue declarada Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO, junto a las zonas históricas de Estambul que
incluyen el barrio de Suleymaniye y su mezquita, Zeyrek, el antiguo Palacio
Blachernae, la Mezquita Azul, la Mezquita Sokollu Mehmet Pasha, el complejo de
la Mezquita Şehzade, el Palacio Topkapi, el hipódromo de Constantino, el Acueducto
de Valens, la Iglesia de Santa Irene, la Mezquita Küçük Ayasofya y la antigua
Iglesia de San Salvador en Chora,
entre muchas otras maravillas.
En mi ruta Qué hacer 24 horas enEstambul encontrarás muchas de las visitas
imprescindibles que se deben hacer en Estambul.
Los grandes y toscos muros exteriores de Santa Sofía no hacen justicia a lo que te espera en su interior, pero esos contrafuertes se añadieron al edificio original tras sufrir los embates de varios terremotos y para poder reforzar la estructura. Entrar en Santa Sofía es entrar en un espacio luminoso gracias a las 40 ventanas de su cúpula que le confieren una atmósfera muy especial. Su apabullante decoración destaca por cientos de mosaicos dorados que cubren las paredes (algunos originales del siglo X), los coloridos mármoles que cubren el suelo o forman parte de las 107 columnas que sujetan el edificio. La más famosa es la Columna de San Gregorio también conocida como “Columna húmeda” que fue recubierta con una plancha de cobre para evitar que los peregrinos la tocaran ya que según cuentan, tenía el don de la fertilidad y el poder de curar las enfermedades de la vista. Los millones de visitantes con el tiempo han conseguido hacer un agujero en la plancha y quien es capaz de introducir el dedo pulgar y girar toda la mano sin sacarlo, se le concederá un deseo.
En Santa Sofía encontrarás mármol blanco de la Isla de Mármara (Turquía), mármol verde de Tesalia (Grecia), mármoles rosados de Afyon (Turquía) y mármol amarillo de África del Norte. También está presente el pórfido verde, procedente de la Isla de Eubea (Grecia), y pórfido rojo de la mismísima Tebas (Egipto), con él hicieron las columnas monolíticas de la planta baja. También destacan las columnas de granito del Templo de Artemisa en Éfeso (Turquía) y del Templo de Júpiter de Baalbek (Líbano) que sustentan la gran estructura interior.
La nave central de Santa Sofía
alcanza los 7.570 m2 mientras una fastuosa cúpula de 30 metros de
diámetro y 40 nervaduras, se yergue a 55 metros de altura. Dicen que la primera
cúpula estaba hecha con ladrillos de una tierra especialmente ligera
proveniente de Rodas y que permitió en aquella época, construir una cúpula tan
grande. Se ha calculado que 12 ladrillos de la cúpula de Santa Sofía equivalían
a 1 ladrillo normal y que en ellos se grabó la inscripción: “Dios
la ha fundado, Dios la protegerá”.
En el antiguo baptisterio cristiano de Santa Sofía se encuentra la tumba del sultán Mustafá I y su sobrino el sultán Ibrahim. Junto a estos, las türbes o mausoleos del sultán Selim II (hijo de Solimán el Magnífico) y su esposa Nurbanu junto a los restos de sus 5 hijas y 17 hijos que fueron estrangulados a la muerte de su padre, el mausoleo del sultán Mehmed III y su esposa Handan y el del sultán Murad III junto al de su esposa Safiye y los restos de sus 13 hijas y 21 hijos.
Fabulosos mosaicos bizantinos de
brillantes matices decoran hasta el último rincón inimaginable de Santa Sofía. 16.000
m2 de mosaicos de oro cubrían en un primer momento las paredes de
Santa Sofía. Los mosaicos que no fueron destruidos por los iconoclastas y los
pillajes sufridos durante su larga historia, permanecerán ocultos en pleno siglo XXI durante las plegarias, ya
que el islam prohíbe cualquier representación humana.
Lámparas de increíbles dimensiones y tondos caligráficos de madera forrados con piel de camello de 7’5 metros de diámetro, cuelgan del techo de Santa Sofía y te obligan a adoptar acrobáticas posturas para poder contemplarlos. Los discos con el fondo verde del siglo XV tienen escritos en letras doradas los nombres de Alá, Mahoma, Abraham, Jesús, Moisés y Noé y están considerados la muestra de caligrafía árabe más grande del mundo.
Santa Sofía es sin duda el icono de la maravillosa ciudad de Estambul, mil veces fotografiada y en incontables ocasiones ansiada por todos aquellos emperadores que fueron coronados en su interior. Cruzados, sultanes, peregrinos y Planeta Dunia se rindieron a su belleza y a su Santa Sabiduría.
Artículo actualizado 6 de agosto del 2020.
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