El planeta de Planeta Dunia está lleno de viajes


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Aunque llevo años escribiendo y publicando mis vivencias viajeras, se me sigue erizando el vello cuando leo lo de “grandes viajeros”. En el fondo, los que viajamos no hacemos otra cosa que seguir caminos trazados y andar sobre huellas ya pisadas por muchos otros antes que nosotros. A veces viajamos desde la comodidad de un viaje organizado, otras con la certeza o incerteza que proporciona un billete de avión de "ida y vuelta". 

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Petra, agosto de 2003

Seguramente para los que temen salir de su ciudad, yo sería una gran viajera, pero para aquellos que se adentraron en Petra disfrazándose de árabe, se fueron a la selva hasta encontrar Machu Picchu, o aquellos que se empecinaron en excavar las arenas del desierto en busca de tumbas egipcias, yo sería más bien una turista.

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Saqqara, agosto del 2000
Sea como sea, en mi memoria resta la contemplación de la Gran Pirámide de Egipto mientras un vendedor egipcio me regalaba una pirámide en miniatura y yo le regalaba una pulsera con chinitos de madera. En los recovecos de mi "a veces traidora retentiva" quedará la noche pasada en las cuevas de Capadocia, con la sonoridad repetida dulcemente de la palabra “un copo” de aquél vendedor de alfombras turco que insistía en que bebiéramos cerveza en una discoteca excavada en la roca

En Delfos, agosto de 2002

La más de una vez reinterpretada, voz del revisor de los autobuses de Creta, avisando de la parada de Hersonissos, mientras nos tocaba el culo a mi hermana y a mí, con mucho disimulo dada la estrechez del transporte. Y siempre coincidíamos con el mismo tío y con el autobús de línea atestado de gente sin posibilidad de sentarnos y evitar la mano canalla en nuestras nalgas

Bangkok
Bangkok, julio de 1996

Hay en mi memoria, un lugar muy especial para las sensuales danzas de las mujeres tailandesas ataviadas con ropa de mil destellos multicolores. La contemplación de las vidrieras de la Sainte Chapelle de París, mientras atardecía en el río Sena. El sabor dulce de los zumos de la caña de azúcar en Brasil, contemplando las estrellas de otros cielos diferentes al mío y bañándome en las aguas de otros mares. 

Alepo
Ciudadela de Aleppo, agosto de 2003

La visión de la Fortaleza de Aleppo, mientras fumaba mi primera narguile frente a ella y la ciudad se iluminaba poco a poco, al caer la noche. Las calles de sabor añejo y años de historia de Venecia sumidas en un mágico silencio. La pérdida de visión ante los techos pintados por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, cuando mis labios asombrados no podían articular palabra y mis ojos no alcanzaban ver cada extraordinario detalle allí pintado.

Patio de los Leones
La Alhambra de Granada, junio de 2011
La hermosura trabajada en piedra de la Alhambra de Granada, que parecía que podía contar, si te acercabas lo suficiente a sus paredes, todas las historias ocurridas en el gran palacio andalusí. Recuerdo la pobreza de espíritu de la India, tanto la mía, como la de aquellos que se abandonaban a la miseria y a la suciedad, porque era una forma de vida y era pobreza, sí, pero de espíritu. 

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Perú, agosto de 2004

Por el contrario, la escasez que vi en una casa de Perú, donde me abrieron las puertas y me sentaron a su mesa para beber una chicha casera, prevalecerá sobre la miseria de aliento de algunos que lo tienen todo, pero que sienten, que no tienen nada. En Perú aprendí que era la humildad y la dignidad

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Florencia, marzo 2005

Mi amor por los museos me llevó a recorrer Italia donde parece que desconocen el significado de minimalismo, ¡todo en ese país es exuberante!. Imposible olvidar Florencia y sus edificios decorados con mármol de colores, Roma o Venecia.

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Selva de Guatemala, agosto de 2005

También es imposible de olvidar las selvas sudamericanas plagadas de mosquitos, pero acompañadas por los sonidos de centenares de animales invisibles, mientras la vegetación lo invadía todo con hermosa frondosidad. La inspección militar del autobús en la frontera hondureña donde nos hicieron bajar del autobús y formar como si fueran a dispararnos con sus armas, la oposición de dirigirme la palabra por ser mujer en la frontera nicaragüense, la amabilidad de la gente en Guatemala, son recuerdos que me traje de mis viajes a Sudamérica.

Saná
Sana'a, agosto de 2006
 
Mi corta, pero intensa estancia con la tribu de los iban mientras una niña me enseñaba el nombre de todas las plantas que rodeaban su longhouse. Sana’a la más bella capital del planeta, el olor de pan recién hecho embriagando las calles, el sonido de las llamadas a la oración de las mezquitas yemenitas. Una vez más, las puertas de una casa privada se abrieron al extranjero, un té improvisado en el mefren de una casa en Yemen, invitadas por las mujeres de una población rural, mientras se quitaban el velo y descubrían una amplia sonrisa en su rostro, nunca antes vista.

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En Estambul, diciembre de 2001

Viajar me ha permitido contemplar el brillo solar en las aguas de distintos océanos, en Finisterre no se acaba el mundo, como tampoco lo hace en Cabo da Roca, donde soplan vientos feroces, húmedos y fríos. Algo más de temperatura tenían las cervezas emblemáticas de Múnich degustadas en la mític cervecería Hofbräuhaus y las Guiness de Dublín, tomadas en un Pub con música irlandesa en directo. 

Finlandia
Aurora boreal en Finlandia, abril 2007

Contemplar la aurora boreal en Laponia, escuchar el sonido de las pisadas de los renos cruzando un lago congelado por el frío invierno, notar el calor de la sauna y ver la nieve cayendo sobre nuestro iglú de cristal. Las noches durmiendo sobre los tejados de las casas en Burkina Faso, el sonido del balafón al anochecer y la mágica atmósfera del País Dogón

Gaudí
Casa Batlló, Barcelona

Las Geishas de Kioto, caminando cabizbajas con pequeños pasos por las estrechas calles adoquinadas. La simbiosis entre piedra y musgo de Sintra, entre humedad y arte. La fascinación por la naturaleza y el ecologismo, mucho antes de que se hablara, de Antoni Gaudí, llenando Barcelona de maravillosos edificios multicolores y de formas sinuosas.

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Ámsterdam, marzo 2010

Después de ver los más de setecientos setenta y siete gabletes de Ámsterdam ( y fotografiar la mitad), quién les iba a decir a los holandeses que inventarían el turismo industrial hace más de cuatro siglos. Los balcones de las calles de La Valeta, el atardecer en su puerto, superviviente de antiguos ataques piratas y aquellas puestas de sol.

Túnez
Tozeur, agosto 2010
 
La medina de Túnez, el delicioso couscous con piñones y dátiles de Dar Chennoufi, el zapatero de Tozeur y las puertas azules de Sidi Bou Said. La ruta románica de la Vall de Boí con sus tejados de pizarra y su paisaje de montaña. Las imágenes de santos, santas, vírgenes y cristos de Sevilla, su dolor y sus martirios llevados al extremo, el cristianismo sentido y venerado entrelazando vida y religión. 

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En Japón, agosto del 2008

La Córdoba musulmana, El Cairo copto, la Toledo judía o el Japón más feudal. Y todo ello, sin darme cuenta, han pasado dieciséis años (30 años en el 2024) desde mi primer vuelo intercontinental y tengo la sensación de que hoy por hoy, yo no sería la mujer que soy, si no fuera por ese peregrinaje realizado por el planeta, en busca de aquello que nos hace distintos, únicos, especiales.

1 comentario:

Sr. Darcy dijo...

Delicado y con sentimiento; como todo lo que Ud. escribe, Srta. Dunia.

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